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miércoles, 3 de marzo de 2010

Un reto llamado Protocolo de Kyoto

El 11 de diciembre de 1997 se firmó en Kyoto un protocolo para reducir la cantidad de gases invernadero que produce la actividad humana. El propósito es reducir la velocidad a la cual se está calentando la Tierra y el consiguiente cambio climático. Si tiene éxito reducirá la temperatura global promedio entre 0,02°C y 0,28°C para el año 2050 (estimado de la revista "Nature" del 2003). Yo no lo veré, pero dada la expectativa de vida y la composición de nuestra población, la mayoría de los peruanos que viven hoy llegará a esa fecha. La calidad de vida y el mundo en que habitarán dependen en gran parte del éxito del Protocolo de Kyoto.

Compromiso

Para que el Protocolo de Kyoto entrara en efecto se requería que el 55% de todas las naciones y el 55% de los mayores emisores de gases invernadero ratifiquen el protocolo. La primera condición se cumplió el 23 de mayo del 2002, cuando lo ratificó Islandia, y la segunda el 18 de noviembre del 2004, cuando lo hizo Rusia. Cumplidas las condiciones, el tratado, que compromete a 141 países que representan más del 61% de las emisiones de gases invernadero, entró en vigencia el 16 de febrero del presente año.

Los Gases

El anexo A del protocolo enumera los seis gases invernadero: anhídrido carbónico (o dióxido de carbono): CO2; metano: CH4; óxido nitroso: N2O, los hidrofluorocarbonos: PFCs y hexafluorato de azufre: SF6. El anhídrido

carbónico es el más importante y todos los demás se calculan en volúmenes equivalentes a metros cúbicos o toneladas de CO2.

El anexo 1 enumera a los países que son los principales responsables de las emisiones de gases invernadero y el anexo B especifica cuánto debe reducir cada país sus emisiones de gases invernadero con respecto a los niveles de 1990, meta que debe cumplir entre los años 2008 y 2012. En promedio la reducción es no menos de 5%.

El protocolo establece límites para los países y mecanismos de intercambio. Esto permite que países como Rusia, que están por debajo de los límites establecidos, puedan vender parte de su cuota a países que tienen dificultad en alcanzar la suya. Este mecanismo premia a los países que alcanzan sus metas y da incentivos a otros para hacerlo. Por ejemplo, hace cuatro años, Holanda le compró "crédito" (permiso para emitir) por cuatro megatoneladas de anhídrido carbónico a Polonia, Rumania y la República Checa.

Entre los países que han ratificado el Protocolo de Kyoto el gran ausente es EE.UU., responsable de un 30% de las emisiones de gases invernadero. La razón que ha dado el Gobierno Estadounidense es que su economía no soportaría las reducciones requeridas. Para hacerlo tendría que cambiar sus patrones de consumo, principalmente en el transporte personal pero también en la industria y en la energía doméstica.

El Equilibrio

Quienes tienen conciencia de la "bomba de tiempo" que es el calentamiento global consideran que el Protocolo de Kyoto es el primer paso en un cambio de actitud. Aun alcanzando las metas previstas para el año 2012, se requerirá modificar sustancialmente los patrones de consumo de los países ricos, y en ciertos aspectos los del Tercer Mundo,

para detener el calentamiento global y evitar un cambio climático catastrófico a mitad de siglo.

La fuente principal de gases invernadero es la combustión. Todos los animales queman carbohidratos (compuestos de carbono e hidrógeno) exhalando CO2. Por millones de años este anhídrido carbónico ha sido reciclado por las plantas, que, con la luz solar como fuente de energía, lo combinan con agua para producir carbohidratos y devolver el oxígeno a la atmósfera.

Hace miles de años el hombre comenzó a alterar el ecosistema. Cortó árboles para hacer herramientas agrícolas, viviendas, luego barcos e infinidad de otros objetos. Los bosques se talaron para usar la madera y para sembrar, pero quedaban los suficientes para mantener el equilibrio ecológico y reciclar el anhídrido carbónico.

El Cambio

Al llegar la revolución industrial comenzó la combustión intensiva de carbón para generar vapor y mover máquinas. Luego llegó el motor de combustión interna y se comenzó a quemar petróleo. Hoy nuestra principal fuente de energía, sobre todo para el transporte, son los hidrocarburos.

Los países ricos queman petróleo y los países pobres queman leña. Todos queman carbón y aun los más pobres, para movilizarse, también queman petróleo.

Mientras tanto, el incremento de la población en el Tercer Mundo requiere más tierra de cultivo, lo que sigue reduciendo los bosques. Esto ha roto el equilibrio del ecosistema global: se produce más CO2 del que pueden reciclar las plantas. Para volver al equilibrio, se requiere lo que busca el Protocolo de Kyoto, reducir las emisiones de gases invernadero, principalmente CO2, e incrementar el volumen de vegetación que lo recicla.

Cada vez que un kilómetro cuadrado de selva es reemplazado por un campo de cultivo, el área de hojas verdes que reciclan CO2 se reduce a menos de una milésima.

El Conflicto

Las grandes economías del Primer Mundo están basadas en patrones de consumo que resultan insostenibles. En la mayoría de los países industrializados, principalmente en la Unión Europea, hay conciencia de esta realidad. Sin embargo, cambiar patrones de consumo no es fácil. Grandes industrias que emplean a miles están basadas en ellos y el reemplazo de hidrocarburos como combustible no es fácil. La alternativa de mayor potencial inmediato, la energía nuclear, es costosa y los intereses petroleros se han encargado de satanizarla.

Mientras tanto, los patrones de consumo -sobre todo en el transporte y cierto tipo de maquinaria- van en sentido contrario, incrementando el volumen de emisiones. A medida que crece el volumen de CO2 en la atmósfera y sube la

temperatura del planeta, el enfrentamiento entre los intereses económicos basados en el consumo de hidrocarburos y la comunidad científica que mide el cambio se vuelve más drástico.

La clave del problema es que la fuente de energía para nuestras actividades es la combustión, altamente eficiente en los seres vivos y muy ineficiente en los artefactos creados por el hombre.

Esta deficiencia hace que nuestras actividades requieran quemar grandes volúmenes de hidrocarburos, mientras se reduce el volumen de plantas que reciclan el producto de la combustión y fabrican carbohidratos. Próximamente ampliaremos este tema explicando cómo las plantas convierten nuestra basura en alimento y mantienen el ciclo de la vida, que el Protocolo de Kyoto está tratando de proteger.

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